Antes de continuar y para que se recreen un poco, el reglamento de las empresas de crucero norteamericanas, estipula que es obligatorio hablar en inglés siempre y cuando, el tripulante se encuentre en horas de trabajo y en área de pasajeros. Fuera de estas dos condiciones, el tripulante es libre de hablar en el idioma que le plazca, especialmente cuando se encuentra en las áreas destinadas para su servicio propio; pero como en aquel momento llevaba tan poco tiempo a bordo del navío y no conocía mucho en particular de cada cultura, decidí asumir que aquella situación se trataba de un comentario aislado y no de algo que se convertiría en repetitivo.
Me seguía a donde quiera que iba y en el mismo tonillo insultante de la primera vez; los que exultaban a hablar inglés en frente de ellos, sin respetar nuestro idioma, cultura y en fin, nuestros asuntos particulares, eran siempre los mismos: afrodescendientes, específicamente de orígen Caribe, y en particular nacidos en la isla de Jamica. No tengo nada en contra de ningún grupo étnico, respeto las creencias, tradiciones, lenguajes y costumbres de cada país, porque me gusta que hagan lo propio conmigo, de manera que al decimo sexto 'ENGLISH PLEASE' ya había perdido completamente la paciencia y estaba haciendo esfuerzos contenidos para no empezar a proferir insultos en español a diestra y siniestra.
Pero la mejor parte de la que ya iba siendo una incómoda situación, vino cuando me di cuenta que 'ENGLISH PLEASE' era apenas la punta del iceberg en su afán de hacer bullying a aquellos de origen latino, porque ya había notado, que frente a ellos los filipinos hablaban tagalo, los chinos mandarín y los haitianos francés, sin que les generara la más mínima incomodidad; no obstante cualquier latino pronunciaba la más pequeña frase en español y la queja se hacía notar sin demora. Para colmo de males, llamaban a cada nacionalidad por su nombre: al indio, indio, al italiano, italiano, al japonés, japonés. Pero nosotros los latinos, nosotros los nacidos entre México y Argentina, atravesando el canal de Panamá, la selva del Amazonas y las cataratas del Iguazú, teníamos para ellos, una misma nacionalidad, producto de que a su lógica, hablábamos un mismo idioma: 'Spanish People'.
Quiero aclararles, que hablar español no hace español a alguien. Para empezar no somos ciudadanos europeos, en nuestros menús de gastronomía no figuran el pulpo a la gallega, la paella a la valenciana, ni el vino tinto de verano; tampoco pronunciamos con peculiaridad la 's' la 'c' y la 'z' y mucho menos estamos gobernados por una monarquía. De la misma forma que hablar inglés no hace a los caribes, tener parlamento y té a las cinco, ni hablar francés le da a los haitianos una torre Eiffel en Puerto Príncipe, de la misma forma, hablar español, no le ha dado a ningún latino la capacidad de bailar flamenco o nos ha puesto el monumento a Colón decorando la avenida principal de ninguna de nuestras ciudades.
Ya un poco harta de la particular persecución, un día decidí preguntarle a mi supervisor inmediato (un jamaiquino, pero con particular y nada común buena actitud), el por qué de esta situación. 'No lo sé a ciencia cierta' me dijo, 'yo sólo entiendo, que todos ustedes quienes hablan español, lucen iguales, blancos y atractivos'. En mi mente se formó una idea a modo de respuesta, que jamás pronuncié: nosotros no llamamos a nadie 'african people' por lucir igual que sus ancentros del continente africano, los llamamos 'Caribes', porque de acuerdo a su posición geográfica, es su región de orígen; entonces si nosotros, su tan odiada 'Spanish People' vivimos geográficamente en una región llamada 'América Latina', deberían llamarnos 'latinos' como corresponde y no de aquella y ridícula manera.
Pero lo peor, estaba por venir, ya me parecía suficiente que a mis oídos llegara un altisonante 'ENGLIS PLEASE' cada vez que intentaba hablar con mis amigos, o que al pasar frente a una mesa atestada de mujeres caribeñas, nos miraran a las latinas con expresión nada amigable y comentaran en su particular inglés 'allá va la coqueta' (por no atreverme con el verdadero término), o que algunos supervisores de orígen caribe, quisieran hacernos la vida imposible por el simple delito de hablar español. Lo peor vino una tarde de Junio, cuando saliendo de una reunión en área de tripulación, mientras hablaba animadamente con otro latino, un jamaiquino de esos que con su simple apostura, ya parece que va a matarte nos soltara a grito 'ENGLISH PLEASE ¡BOMBOCLAT!'. Lo que realmente me sorprendió no fue la ya conocida demanda de que habláramos en su idioma, sino la expresión que lo acompañaba ¿Bomboclat?. No quise ni girarme a preguntar, pero deducí que no podía ser nada bueno, hasta que alguien a quién le comenté el suceso me dijo: 'Bomboclat es sin duda una mala palabra, es el equivalente español de hijo de puta'.
De manera que aparte de ser españoles, éramos unos hijos de puta por no hablar inglés, para que su sensitivo orígen caribeño no les hiciera pensar que hablábamos mal de ellos, cuando las conversaciones eran en nuestro español nativo. Esa fue la gota que me derramó el vaso, me harté de ser buena con los caribes y con los jamaiquinos y empecé a contestar. El siguiente 'ENGLISH PLEASE' vino acompañado de la siguiente respuesta, pero en su amado inglés: 'Si no me entiendes, andate a estudiar español, BOMBOCLAT'. Al parecer hizo reaccionar a muchos, porque aparte de que para ellos somos iguales por hablar español, ser blancos y atractivos, al parecer ninguno antes les había respondido a su absurda demanda de hablar en su idioma y usando sus propias palabras, para devolver las ofensas.
Vi muchas otras expresiones peculiares en ellos, 'For Real' sin ir más lejos, me parecía extraña, porque nadie en español dice 'Por real', pero en fin. Las mujeres además tienen una extraña fascinación por las pelucas de mil formas y colores, pero como dije, no pienso involucrarme en costumbres y prácticas que no son las mías.
Sólo sé que aprendí a defenderme de una raza que tiende a ser particularmente agresiva, grosera y altisonante (me disculpo con aquellos que aunque comparten el origen caribe, guardan las proporciones de respeto y no forman parte de estas incómodas situaciones), que el bullying no es algo que sólo se vea en las escuelas y entre los niños y que puede tener un elemento racial fuertemente incluído y que muchas veces el hecho de hablar un idioma, hace a las personas objeto de este tipo de malas prácticas, aunque nunca uno lo haya creído posible. De cualquier manera, la vida hay que enfrentarla y a todos aquellos que me discriminan por ser latina, por ser una 'Spanish Girl' nacida entre México y Argentina, sólo tengo por decirles 'EN ESPAÑOL POR FAVOR, ¡BOMBOCLAT!'.
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