martes, 17 de febrero de 2015

De preguntas profundas y otros recuerdos de los pasajeros



Como lo he dicho antes, en los barcos de cruceros norteamericanos, confluyen una gran cantidad de pasajeros; una gran proporción de ellos, provienen directamente de los Estados Unidos, en menor porcentaje de orígen latino y en una cantidad muy mínima de Europa o Asia, cuando el puerto de embarcación, está radicado en América.
Como tripulante de cruceros, uno suele encontrarse con diferentes tipos de pasajeros. Los hay de aquellos que han pasado los últimos cincuenta años de su vida a bordo de un barco y conocen, mejor que el capitán mismo, el funcionamiento de la embarcación y de la flota entera; sumado a lo anterior y dada su antiguedad, pertenecen a sociedades de lealtad y se consideran prácticamente socios de la compañía naviera, por lo que el servicio para con ellos, es casi casi, como caminar por sobre huevos, puesto que al más mínimo detalle que no sea de su agrado, puede derivar en una queja directa en la oficina de servicio al pasajero.

La contraparte viene, con aquel crucerista novato que se ha subido por primera vez a un barco, y que parece deslumbrado hasta con el reflejo del sol sobre el océano; este tipo, suele ser el pasajero que bromea, le gusta todo y sus calificaciones sobre el servicio son las más altas.

Está también aquel pasajero, que sin tener en cuenta su antigüedad, ha comprado una cabina equipada con todos los lujos y cuyo coste, alcanzaría para alimentar una familia por 1 año. Por lo anterior decide que él y nadie más que él, es el rey absoluto del crucero y tiende a ir por todo el barco dando órdenes y solicitando los servicios con un carácter más inmediato que para 'ayer'. Y así podría continuar hablando sobre los diferentes tipos de pasajeros, pero ese tema lo trataré más adelante. El tema en el que quiero ahondar aquí, es que el 70% de los cruceristas, sin importar su orígen, antigüedad en los viajes por mar o número de acciones en la compañía, el pasajero promedio, suele dejar su cerebro en la terminal de a bordo, para volverlo a recoger al final del crucero.

¿Por qué he llegado a afirmar esto? simple, por el tipo de preguntas con las que uno suele enfrentarse, cuando el promedio del pasajero, decide que los servicios del barco le han resultado aburridos y decide dirigirse a cualquier tripulante para satisfacer su curiosidad sobre diversos temas, acerca del barco o de la flota misma. A continuación les recrearé algunos escenarios, sobre preguntas de una profundidad que me han dejado pasmada.

1. El uniforme camuflado o invisible: En absoltamente todas las compañías de cruceros, el tripulante está obligado a portar un respectivo uniforme durante sus horas laborales, acorde con su posición y sumado a esto un porta nombre, con sus datos y los idiomas que habla, así como el país de orígen. La situación es la siguiente: noche de gala, supervisor caminando por sus áreas de trabajo, uniforme de oficial con las líneas que indican su graduación en las mangas u hombros y el porta nombre visible en el pecho; es entonces cuando el pasajero decide detenerlo y preguntarle lo siguiente '¿Usted trabaja aquí?', lo que el tripulante internamente piensa es 'No señor/a, he adquirido esta vestimenta en una tienda de disfraces y llevo 80 cruceros a bordo, sin que nadie lo haya notado aún', pero externamente debe colocar su expresión más neutral para responder un cordial 'Si señor/a ¿en qué puedo ayudarle?'

2. Percepción errónea del espacio-dirección: Es normal, sobretodo en las embarcaciones de gran tamaño, que el pasajero se extravíe o pierda la orientación a bordo; sin embargo alguna vez me enfrenté a esta situación: trabajando en la parte frontal del barco en la cubierta de piscinas, una pareja se acerca, a lo que el caballero me pregunta 'Disculpe, ¿estamos en la parte de en frente o en la parte de atrás?' a lo que amablemente le he respondido 'Nos encontramos en la parte de en frente, señor', entonces vino la pregunta obvia 'Entiendo, entonces ¿la parte de atrás, hacia dónde queda?'. Si analizamos detenidamente la anatomía de un barco, todos ellos sin excepción son una superficie rectangular, de manera que si usted se ubica en la parte frontal, sólo deberá dar media vuelta y caminar recto para dirigirse a la parte trasera del buque; sin embargo debí tragarme los deseos de hacer esta aclaración científica y me limité a responder 'Detrás de usted y en línea recta, caballero'.

3. Barco = maravilla tecnológica flotante: Los barcos más nuevos y más grandes, traen consigo numerosas diversiones y adelantos tecnológicos, que suelen obnubilar la mente de los pasajeros; pero por demasiada ciencia, que se le haya incluído a un navío, ninguno de ellos tiene el poder de controlar aún, las fuerzas de la naturaleza. La situación fue la siguiente: cubierta al aire libre, una pareja rondando los 50 paseando, cuando la señora se acerca y pregunta lo siguiente: 'Disculpa querida, puedo saber ¿el aire de dónde viene?', entiendo que los barcos mas modernos son prácticamente autosuficientes y pueden pasar muchos días en altamar, sin embargo en un área de cubierta al aire libre sería tonto e ilógico generar fuerzas de viento que alcancen varios kilómetros de velocidad, cuando el mar y el viento del océano suelen hacer lo propio. Concluí todo lo anterior, pero simplemente respondí 'De afuera, señora'.

4. Personificación de los elementos naturales: Es perfectamente entendible, que si alguien paga varios miles de dólares por un crucero, espere disfrutar de un excelente clima, para que su experiencia en el mar sea memorable; no obstante la naturaleza y el mar no siempre están de lado de los pasajeros y existen esos inevitables días en los que las nubes se ciernen sobre el cielo y el día no es el mejor para lograr un buen bronceado o para sumergirse en las frías aguas de las piscinas de cubierta al aire libre; sin embargo, los pasajeros quizá recordando las fábulas de la infancia, tienden a recordar que a los elementos, animales y demás se les puede personificar para darles un carácter y actitudes humanas, por lo que preguntan lo siguiente: '¿sabes en dónde está el sol que no ha venido hoy?'. A pesar de todo, esta pregunta suele divertirme, porque es la que deja un mayor margen para bromear con el crucerista y que no lo tome como un insulto a su loable inteligencia, con respuestas como esta: 'querida señora, creo que al igual que usted, el sol ha tomado un crucero'.

5. La curiosidad geográfica: Es lógico que cuando no se tiene la experiencia de navegación propia del tripulante, cualquier asomo de tierra en la distancia, genere curiosidad y necesidad sobre conocer la posición geográfica de la nave. No obstante, algunos de estos cuestionamientos, evaden toda la lógica y suelen dejar muy mal parados a los maestros de geografía. Situación: Crucero que se dirige a las antillas mayores (Jamaica, Haití o Puerto Rico) y que zarpa el día anterior desde la península de La Florida; son las tres de la tarde y durante todo el día se ha avistado la misma isla, pero el pasajero se dirige al tripulante y pregunta '¿sabes qué país es ese?' a lo que el tripulante responde con cara de obviedad 'Esa es la isla de Cuba, señor'; sin embargo el número no termina aquí, el pasajero mirando atentamente, suele llamar a sus compañeros de crucero para mostrarles la isla, como si del descubrimiento mismo de la Atlántida se tratara y exclama a voz en cuello 'el chico de allá me lo ha confirmado, esa es Cuba'.

Continuará...

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